Como ya sabéis nuestro amigo el esqueleto Peteto, nos está enseñando muchísimas cosas sobre nuestro cuerpo y durante una semana, cada día descubrimos en nuestras clases una carta con unos objetos muy intrigantes.
Con ellos Peteto quería que experimentásemos con nuestros sentidos, y así aprendiésemos cómo se llaman y qué órganos utilizamos para ellos, de una manera práctica y lúdica, que es como más nos gusta aprender. Os contamos cómo fue:
VISTA: para conocer el sentido de la vista, Peteto nos dejó una caja llena de diferentes objetos con los que pudimos comprobar que las cosas cambian mucho según cómo las miramos y que nuestros ojos se adaptan a las diferentes condiciones. Había gafas de sol, linternas, tubos con papel celofán de colores, antifaz…
OÍDO: para descubrir el sentido del oído, qué mejor manera, que utilizarlo para escuchar y reconocer diferentes instrumentos musicales. Para ello, realizamos diferentes pruebas de sonido y juegos: cerramos todos los ojos y sólo sonaba un instrumento y debíamos adivinar cuál, tocamos con diferentes intensidades y ritmos…También nos dimos cuenta de que los sonidos muy fuertes, nos pueden dañar los oídos y por ello, debemos tratar de no estar expuestos a ruidos demasiado fuertes.
TACTO: nos dejó materiales con diferentes texturas y pudimos comprobar que podemos sentir con toda nuestra piel, aunque es cierto que en las manos y los dedos, es con lo que mejor podemos identificarlos. Había texturas suaves, ásperas, duras, blandas, pegajosas….
OLFATO: comentamos que este sentido está más desarrollado en algunos animales, pero comprobamos que cuando dejamos de utilizar otros sentidos, el del olfato se acentúa. Peteto nos trajo envases con diferentes aromas y además de distinguir entre olores agradables y desagradables, fuimos capaces de identificar diferentes olores con los ojos tapados, solo utilizando nuestro gran olfato.
GUSTO: este sentido nos causó muchos nervios y expectación, ya que nos teníamos que atrever a saborear con nuestras papilas gustativas, algunos alimentos que no habíamos probado antes. Probamos alimentos dulces, salados, ácidos… y ¡nos divertimos mucho observando las caras de nuestros amigos y amigas al probarlos! Luego debíamos anotar en una tabla cómo era cada alimento y si nos había gustado o no, así fuimos clasificándolos.
¡Qué divertido es aprender experimentando!