Aprehendiendo historias. Éste es el lema propuesto para este curso. Pero… ¿qué nos sugiere? ¿Qué significa para nosotros aprehender historias? ¿Con o de quién aprehendemos? ¿De qué historias estamos hablando?
La presentación del lema toma como hilo conductor la última exhortación del Papa Francisco “Christus Vivit”, tras el Sínodo del año pasado dedicado a los jóvenes. Al proponer este lema queremos ayudar a nuestros jóvenes a descubrir sus raíces, pues sabemos que sólo así podrán afrontar los retos del futuro y construir su verdadera identidad.
Aprehender significa atrapar o capturar y junto con las palabras del Papa Francisco debemos hacernos eco de sus palabras y celebrar la existencia de otros lenguajes y formas de comunicarse. Nos invita a vivir otras historias y darnos cuenta de que cada historia forma parte de muchas otras historias; y de una gran historia de salvación, una única historia, que hemos de aprehender a vivir y a narrar juntos.
Es importante aprehender de nuestra propia historia ahondando en nuestro interior, hacernos conscientes del eco que producen en nuestra vida los acontecimientos de cada día y cómo éstos nos pueden ayudar a crecer si somos conscientes de la riqueza que nos aportan. Esto a la vez nos capacita para ayudar a otros, para saber ponernos en su lugar.
Aprehender historias es saber mirar la vida con perspectiva, saber encontrar el hilo conductor de todo lo que nos sucede, es dar sentido a nuestra historia personal, familiar, de colegio… Saber que formamos parte de la historia que empezó Jesús, que Él ha querido hacernos sitio.
Para ello necesitamos hacerle hueco en nuestra vida y dejar que Dios actúe, sentirnos bendecidos por Él, sabiendo que “Quien empezó en nosotros la obra buena la seguirá llevando a cabo hasta el final” (Flp 1,6)
El Señor de la Historia siempre sigue ahí, no nos pierde de vista, no deja de amarnos con ternura, no deja de querernos como somos y de acompañarnos en cualquier momento de nuestra historia. Sentir su presencia, se cercanía, su calor, su ánimo… es un reto que se nos presenta cada día.
Si lo pensamos bien, hasta tal punto quiso Dios formar parte de nuestra historia y aprehender de ella que llegó a encarnarse, se hizo uno de nosotros. La persona de Jesús es la mayor prueba de que Dios ha querido formar parte de nuestra historia y siempre está dispuesto a darnos la oportunidad de hacer nuevas todas las cosas.
Dios nos mira con ternura y nos ama con locura. Somos lo que somos por su gracia y nos ha hecho un regalo: ser partícipes del carisma del Padre Luis y formar parte de la parte de la historia que él empezó. Escuchemos ahora estas palabras como si el mismo Padre Luis nos las dijera de corazón a corazón.
LECTURA BÍBLICA (Flp 1, 4-6.8-11)
Lectura de la carta de San Pablo a los filipenses:
“Siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con alegría, por vuestra participación en la difusión del Evangelio desde el primer día hasta hoy, convencido de que quien comenzó en vosotros la obra buena la llevará a cabo hasta el día de Cristo Jesús.
Pido también que vuestro amor crezca cada vez más en perfecto conocimiento y en plena sensatez… para gloria y alabanza de Dios.”
Con Jesús y a través de su Palabra podemos aprehender la historia más bella jamás contada, observando cómo Él se acercaba a las personas que le rodeaban, a las que se iba encontrando en el camino. Cómo les hablaba, cómo las miraba, cómo las escuchaba, cómo las trataba, cómo las perdonaba, cómo las bendecía, las animaba… cómo tenía misericordia de todas y cada una de las personas que conoció. Cada gesto, cada palabra, cada mirada… dejaron huella en quienes lo conocieron.
Nosotros somos únicos e irrepetibles. Qué maravilla si pudiéramos aprehender historias y ser capaces de dejar huella como Él lo hizo.